Es imposible ver Mustang y no recordar a las Vírgenes Suicidas de Sofia Coppola. Ambas historias tienen puntos en común, y muchas escenas que son casi iguales. Pero también existen diferencias, y son tan interesantes como las similitudes.
Me ha encantado Mustang. Me han encantado esas niñas rebeldes, ese retrato de la mujer turca y de la vida en el pueblo, y me he encariñado muchísimo con Lale y Yasin. Me he metido muchísimo en la historia de esas cinco chicas, y aún sigo pensando en ellas.
Acompañarlas ha sido un viaje emocionante, en el que me he indignado, me he reído, lo he pasado mal, y también he soltado alguna lagrimita. Y es muy posible que en los próximos meses no pueda dejar de hablar de ellas e invite a todo el que me quiera escuchar a ver su historia. De verdad, tenéis que ver Mustang. Hacedme caso.
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