La semana pasada recibí una invitación para ver un documental con imágenes nunca vistas de Fidel Castro. El documental prometía que vería un lado diferente de Fidel, y la curiosidad crónica que me aqueja se despertó. ¡No podía perdérmelo!
Un viaje con Fidel no decepciona: uno descubre a un Fidel Castro cercano, burlón, pícaro y mucho más humano del que se ha retratado siempre. Las imágenes que logró capturar Jon Alpert son un documento periodístico único, y resulta sorprendente que hayan pasado tantos años sin que nadie las sacara a la luz.
Alpert grabó 14 horas con Fidel, lo que el director Eduardo Suárez califica casi de reality show: el periodista consiguió grabarle tirado en la cama de su habitación, ofreciendo una cerveza, flirteando con las chicas del equipo, ver lo que estaba leyendo, bromear juntos, y hasta se animó a preguntarle por el chaleco antibalas que se decía que llevaba siempre puesto. Y todo con una naturalidad sorprendente. El resultado es interesante y muy divertido.
Suárez comentó en el coloquio posterior a la proyección que tuvo que dejar cosas afuera por cuestiones de ritmo, y para no saturar al espectador. Cosas curiosas, como por ejemplo que Fidel considerara que en la ciudad de New York se derrochaba luz. Su intención era contarnos sobre el viaje de Jon Alpert junto a Fidel, mostrarnos todo de la forma más objetiva la intimidad que se produjo durante ese viaje.
Después de ver Un viaje con Fidel, quedan ganas de ver lo que no pudo entrar en el corte final del documental. Tanto, que CNN (productora del documental) está considerando seleccionar un poco más de material para que el público pueda acceder a él en la página web del canal. Mientras espero por esas otras imágenes capturadas por la cámara de Jon Alpert, os invito a ver Un viaje con Fidel, que se estrena el sábado 10 de octubre en el canal TCM.
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