No había escuchado hablar de Whiplash hasta que comenzó a sonar en las nominaciones a los premios de este año. Me despertó mucha curiosidad. Quería saber si era tan buena, descubrir por qué no había escuchado ni leído nada sobre ella. Y, después de verla, entiendo por qué: porque no es una película que suela atraer mucho público.
Whiplash es una buena película, interesante. La historia que cuenta engancha, transmite emociones y uno quiere que el protagonista (Miles Teller) triunfe. J.K. Simmons está genial, logra que uno sienta rabia y frustración. Me ha gustado mucho. La música, el montaje y la fotografía también me gustaron. La única pega que le pongo es que quizás me resultó un poco predecible.
El mensaje de no rendirse y algunas líneas del guión son bonitos, y quienes disfrutan del cine relacionado con la música podrán encontrarla interesante. Quienes no, al menos podrán identificarse con el protagonista y su relación con ese profesor tan duro: seguro que os acordaréis de algún nombre, y os recorrerá un escalofrío por la espalda al pensar en esa persona que con una mirada os dejaba petrificados.
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