Tenía ganas de ver algo como The Best Exotic Marigold Hotel, ganas de una historia de esas que me divierten y a la vez me dicen algo. The Hundred-Foot Journey era exactamente lo que necesitaba. No siempre es necesario encontrarse con películas con imágenes fascinantes, a veces uno tiene ganas de desconectar, y en esos momentos es bueno saber a qué clase de cine recurrir.
He llegado al punto en el que, cuando me dispongo a ver una película de Lasse Hallström, ya sé qué me voy a encontrar. Y también sé que, aunque no me sorprenda, siempre me gustará la historia que me contará. Con The Hundred-Foot Jouney, Hallström me regaló exactamente lo que buscaba y lo que tenía ganas de ver.
Me encontré con una historia sencilla, sin giros sorprendentes. Una historia que habla de casualidades, de encontrar tu lugar en el mundo sin olvidar tus raíces, de tolerancia, de integración. Me encontré una historia que me hizo sonreír, que era exactamente lo que quería cuando elegí verla.
The Hundred-Foot Journey es una película que no promete más de lo que entrega. Es sencilla, arranca sonrisas y no pretende ser nada más que eso. Como siempre, la película adecuada llega en el momento en que uno la necesita. Y esta vez, llegó de la mano de Lasse Hallström, ese director del que siempre sé qué esperar.
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