Este fin de semana he aprovechado para aprender más sobre el festival Rizoma, y para ver una película que me intrigaba mucho: Mommy, de Xavier Dolan. Estaba al corriente de que lo que iba a ver sería una película muy particular -como su director-, pero no esperaba que sus imágenes se quedaran conmigo mucho después de abandonar la sala.
Mommy me sorprendió. Antes de empezar la proyección, nos avisaron que en cierta escena íbamos a sentir una sensación especial, liberadora. ¡Y vaya si la he sentido! Esa escena en particular, de la que prefiero no revelar nada para no arruinar el efecto, logró que soltara un "¡Aaahhh!" de admiración. Xavier Dolan me había ganado antes, pero me conquistó completamente en ese instante.
Mommy es una película llena de emociones, con una fotografía que me hizo desear ver la vida a través de los ojos de Dolan. Es una película con una banda sonora que aún sigo tarareando, con secuencias que sigo rememorando, y con imágenes que me fascinaron y escenas que me hicieron soltar alguna que otra risa...y unas cuantas lágrimas también.
Mommy es una película tan bien realizada que aún me cuesta creer que un chico de 25 años sea quien la firme. No porque piense que una persona de 25 años sea incapaz de hacer algo tan delicioso, simplemente porque creo que es difícil hacer algo así a cualquier edad y que no se espera que alguien tan joven tenga tal madurez, quizás.
Después de ver Mommy pensé en Orson Welles, que también tenía 25 años cuando dirigió Citizen Kane. Pensé en que últimamente el cine no exige demasiado del espectador, que es sólo un entretenimiento poco innovador a nivel narrativo. Pensé que muy pocas veces estamos ante películas diferentes, películas fascinantes. Y aún menos veces ante directores tan jóvenes, capaces de regalarnos esta clase de historias. Me gustaría pensar que veré más de esto. Y definitivamente estoy ansiosa por ver lo próximo que haga Xavier Dolan.
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