Se acerca mi fecha favorita del año, y eso sólo significa una cosa: ponerme al día con el cine de terror. Este año me he decidido por The Conjuring (una recomendación), Annabelle (un estreno) y The Evil Dead (un clásico).
The Conjuring
El cine de terror actual no me termina de convencer; pero comentando que tenía muchas ganas de ver The Babadook, me recomendaron The Conjuring. Decidí darle una oportunidad, y me sorprendió gratamente.
No puedo decir que The Conjuring aporte algo nuevo al género, porque no lo hace: es lo mismo de siempre; pero bien hecho. La tensión está bien conseguida, uno lo pasa bastante mal hasta que llega el final liberador. Los sustos son predecibles la mayoría de las veces; pero no todas, y eso es lo que hace que The Conjuring funcione.
También maneja muy bien los elementos que sirven de puente para precuelas y secuelas. Me he quedado con curiosidad y quiero saber qué vio el personaje de Vera Farmiga durante el exorcismo, así que seguro veré la secuela. James Wan me ha devuelto la fe en el cine del género, me ha devuelto las ganas de ver películas que me den miedo. Y la muñeca en la caja de cristal me convenció de ver Annabelle.
Annabelle
Si The Conjuring había sido buena, esperaba que Annabelle fuera similar. Y por momentos creí que iba a estar a la altura; pero al final me he quedado fría. Annabelle empieza bien: una protagonista que creo que intenta "homenajear" a la Rosemary de Polanski, unos sobresaltos bastante importantes. Pero, a medida que avanza la historia, uno puede presentir que el final no estará a la altura.
Y ese es el mayor fallo de Annabelle: que se va desinflando hacia el final. La película tiene los tópicos de siempre: ¿Por qué los maridos en las pelis de terror son tan inútiles, y cerca del final se convierten en héroes sólo por correr hacia la pobre víctima de los fantasmas/demonios y abrazarla fuerte? ¿Por qué siempre hay un cura, y siempre el demonio es mucho más fuerte que la iglesia; pero al final lo vencen de la forma más simple? Y podría seguir, que la lista de tópicos del género es larga.
Annabelle tiene un personaje que podría haber dado mucho más: Evelyn (Alfre Woodard), un personaje que podría ser una "bruja" (buena o mala) y que podría haber aportado algo más a la historia; pero que sólo usan para que resuelva la trama y nos regale un final "feliz" (y cumplir con la famosa regla de que en el cine de terror sólo sobreviven los caucásicos).
La historia no se sostiene demasiado. No sé si hubo que editar y recortar, pero da esa sensación. Y da la sensación de que en el recorte se quiso dar prioridad a los sobresaltos, porque son muchos comparados con las escenas en las que la historia toma forma. No está mal que haya muchos sobresaltos, pero sí está mal cuando al final se quedan en nada.
El final no me gustó para nada, me resultó totalmente predecible. La escena de resolución del conflicto me resultó fría y poco convincente. Me llevé una gran desilusión. Creo que se podría haber hecho algo mucho mejor. Sobre todo porque me lograron hacer saltar, me asustaron y me tuvieron bastante compenetrada en la historia hasta que me perdieron con esa resolución. Decepcionante.
The Evil Dead
Después de la decepción de Annabelle, quedaba recurrir a un clásico. Así que me fui a los ochenta, a ese cine que tanto me fascinaba de pequeña. Elegí The Evil Dead (Sam Raimi, 1981) porque hacía mucho que no la veía, y porque quería refrescar la memoria para ver la remake en un futuro cercano.
Al principio me había quedado un poco decepcionada, ya que me daba la sensación de que The Evil Dead no había envejecido muy bien: errores de continuidad (si te bañan en sangre no puede desaparecer entre escena y escena, ¡por favor!) y las actuaciones dejan bastante que desear.
Pero... hay planos y recursos que me gustaría ver más en el cine de terror moderno. Daban ganas de detenerse a mirarlos por horas, por lo visualmente atractivos que me resultaban algunos momentos. Los planos, la posición de la cámara, el enfoque... son recursos completamente válidos en todos los géneros y, sin embargo, muy pocas veces me detengo a analizarlos en el cine de terror. Los efectos especiales me invitaban a analizarlos (si era tela, comida, látex, los colores del maquillaje, el stopmotion), y me quedaba pensando cómo habían conseguido determinadas cosas.
Al final, The Evil Dead fue más un paseo por la memoria, unas cuantas risas y un ejercicio interesante de observación. Me dieron ganas de tener aún aquellos guiones slasher que escribí hace tantos años. Ganas de releerlos, corregirlos y ponerme a hacer cosas con aquellas historias. Se volvió a despertar mi interés por el maquillaje y los efectos especiales artesanales, las ganas de meter las manos en las mezclas más extrañas y construir cosas con ellas.
Y, después de la decepción de los primeros minutos viendo The Evil Dead después de tantos años, me descubrí inspirada. Me descubrí con las mismas ganas de hacer cine y teatro que cuando era pequeña, con ganas de jugar y de inventarme historias. Volví a sentirme como cuando, al llegar Halloween, pensaba en qué disfraz me haría y con qué cosas que encontrara por casa me lo construiría.
Y con la sensación de que, al final, The Evil Dead no ha envejecido tan mal. Porque, de haberlo hecho, no habría despertado en mí aquello que despertaba durante mi niñez. Aquello que el cine de hoy, con tanto efecto hecho por ordenador, no logra despertarme: fascinación y ganas de intentar hacer lo mismo.
The Evil Dead me ha recordado por qué me gustaba tanto el cine de terror, por qué siempre me sentí atraída por el cine y el teatro, y lo mucho que me divierte participar en ellos. Podría decir que The Evil Dead me ha devuelto algo que pensé que había perdido. Y por ello, creo que ha sido la mejor elección para celebrar mi época favorita del año.
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