Me gusta cuando un drama es capaz de hacerme sonreír. Me gusta que las historias tristes tengan momentos en los que uno se relaja. Me gusta mucho cuando el cine me hace sentir muchas cosas en el transcurso de una película. Y por eso me ha gustado Philomena: porque se trata de una historia que llena de rabia y frustración, y sin embargo uno es capaz de sonreír y reír con las ocurrencias de su protagonista.
Me ha gustado que, pudiendo haber rodado un dramón, Stephen Frears se ha decantado por contarnos una historia más cercana. Su Philomena Lee es una abuelita adorable y a la vez una mujer muy fuerte, y la forma en que Judi Dench la interpreta es gloriosa. ¡Qué gran actriz! Tengo la firme convicción de que es por ella que la película ha resultado tan buena.
Algunos opinan que Philomena es una película en contra de la Iglesia, pero no estoy de acuerdo. Sí, nos muestra un lado de la Iglesia que no es muy bonito; pero no la ataca directamente. La película nos cuenta la historia de la búsqueda de una mujer, una historia que ocurrió a muchas mujeres (con finales muy diferentes), una historia que no se puede ocultar. Como dice la propia Philomena: la gente debería saber lo que ocurrió. La Iglesia debería hacerse cargo de lo que ha hecho, en lugar de situarse como una víctima. Y creo que es eso justamente lo que nos dice la película.
Lo mejor de Philomena es que cuando termina, uno no se queda con pena. Se queda con rabia, sí. Y eso es lo que deberíamos sentir frente a historias como esta. No sirve de nada contarnos algo y darnos pena, porque el objetivo es crear conciencia. Conciencia de que estas cosas pasaron a personas, que pueden pasarle a cualquiera, y que la verdad siempre sale a la luz.
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