En el cine es imposible mostrar cualquier historia a todo el público que quiera verlo. Muchas películas son vetadas en algunos países, y otras veces las permiten después de pasar por un filtro donde pierden las escenas problemáticas. No todos vemos la película tal y como el director la montó (o como el estudio le permitió que llegara a las salas). Normalmente sabemos qué películas son y por qué.
Más allá de si esto debería hacerse o no, lo que quiero es contaros la historia de cómo y cuándo comenzaron a censurarse las películas. Y para empezar, os contaré la historia de la censura en el cine norteamericano.
La historia de la censura en el cine norteamericano nace en el 1900. Existía un debate acerca de si la industria era capaz de controlar el contenido que llegaba a las salas, y para asegurarse de que esto era así, en 1909 nació en la ciudad de New York un “Board of Motion Picture Censorship”.
Todos los productores, aún los que no estaban muy felices con la norma, comenzaron a enviar sus películas a este grupo de personas para aprobarlas. Al comienzo, el consejo de censura sólo aprobaba contenidos para la ciudad de New York, pero en 1915 tenía tanta influencia que pasó a ser nacional, adoptó el nombre “The National Board of Review”, y otorgaba sellos de aprobación a las películas.
A nivel local, los grupos religiosos y las autoridades de varios estados se encargaban de controlar el contenido de las películas que llegaban a sus salas, de modo que el la Suprema Corte norteamericana decidió en 1915 que era legal establecer consejos de censura locales, además del Consejo Nacional.
Dado que había tantos consejos, las películas sufrían diferentes recortes o eran prohibidas solamente en algunas partes de los Estados Unidos, lo que significaba un caos para la industria. En respuesta a esto, los estudios y las distribuidoras formaron en 1922 una asociación: The Motion Picture Producers and Distributors of America (MPPDA).
La MPPDA acordó con el gobierno encargarse de regular el contenido cinematográfico, y estableció el Studio Relations Comittee (SRC) para tal tarea. Pronto, este comité fue conocido con el nombre de “Hays Office” (por el nombre de su director, Will H. Hays).
El código Hays
La primera tarea del comité fue reunir y sintetizar las restricciones y los recortes que cada estado establecía como necesarios en las películas. En 1927 publicó una lista detallando qué no hacer y con qué contenido había que ser cuidadoso. Los estudios no siempre cumplían con estas indicaciones, ya que no había castigos.
Con la llegada del sonido al cine, el comité tuvo que revisar el código, y establecer una guía para los diálogos. Fue entonces que nació el famoso Código Hays, oficialmente conocido como The Motion Picture Production Code (31 de marzo de 1930).
Cada película debía exhibirse a un jurado -tres productores elegidos por la MPPDA-, y ellos tenían la palabra final sobre si la película cumplía con el “espíritu del Código”. Pero, claro, era difícil ponerse de acuerdo sobre qué era exactamente el “espíritu del Código”, y los cuatro años siguientes fueron intensos: mucho debate y muchos vacíos que permitían a los productores romper las reglas.
El Código Hays no fue muy bien recibido: algunos grupos religiosos y otros moralistas no creían que el resultado fuera el que esperaban. Comprobaron que estaban en lo cierto al ver que los productores no cumplían con las reglas establecidas, y decidieron hacer justicia por su propia mano. En 1934, la Iglesia Católica estableció una “Legión de la Decencia”: un grupo encargado de evaluar las películas, aconsejar al público sobre los contenidos cinematográficos, y pedirles que no consumieran cine que ofendiera la decencia y la moralidad cristianas. Además, se encargaba de organizar boicots a algunas películas.
En consecuencia de esto, se renombró al SRC como Production Code Administration (PCA) el 13 de junio de 1934, y se nombró a un católico como su director: Joseph Breen. Se acordó que cada película aprobada por el PCA recibiría un número de certificación, el cual estaría sellado junto al sello de la MPPDA en cada copia de la película. Sin esto, la copia no podía ser proyectada en ninguna sala que perteneciera a un estudio “major” (70% de las salas de entonces) o distribuida por un miembro de la MPPDA.
El PCA podía revisar y eliminar cualquier material que no encontrara moralmente correcto, y podía hacerlo sobre el guión (es decir, antes de que la película se rodara) o previo al estreno de una película. El jurado de productores se eliminó y se estableció una multa de 25.000 dólares a los estudios que hicieran cambios a sus películas después de obtener la certificación. Se podía apelar a las decisiones del PCA en el Consejo de Directores de la MPPDA, pero muy pocas veces se aceptaban estas apelaciones.
Durante de la Segunda Guerra Mundial, la industria dejó de cumplir a rajatabla con el Código. La resistencia surgió a partir de grandes productores independientes que querían producir cine para audiencias urbanas y más sofisticadas: un ejemplo de ello fue Howard Hughes con The Outlaw (1943).
En 1945, la MPPDA cambió de nombre: The Motion Picture Association of America (MPAA), nombre por el que hoy la conocemos. Las presiones para relajar el código del PCA aumentaron, y en 1948, cuando la Suprema Corte prohibió a los estudios tener sus propias salas de cine, comenzó la decadencia de la MPAA y su PCA.
Un cambio en el sistema
Con la llegada de la televisión y el cine extranjero, el cine norteamericano notó un bajón en la audiencia. Consideraban que la única forma de recuperar a ese público era elevando el listón de su cine, algo que el código no les permitía.
En 1952, la Suprema Corte decidió que el cine formaba parte de la libertad de expresión y suprimió su decisión de 1915. A partir de entonces, las películas no necesitaban del sello de aprobación para ser exhibidas. Continuaron existiendo consejos de censura locales, y el PCA se volvió más flexible; pero, aún sin tener el sello, muchas películas llegaban a las salas.
En 1956, después de comprobar que el éxito de las películas en las salas no dependía de si tenían sello de aprobación del PCA, se revisó el Código: comenzaron a permitirse temas como las parejas interraciales, el aborto, la maternidad adolescente y la adicción a las drogas. En 1959 se permitían casi todos los temas “tabú”, con la excepción de la homosexualidad.
En 1961 se comenzó a pensar en un sistema alternativo al Código de Producción, y en 1966 se volvió a revisar el Código cuando se asumió que la mentalidad de la sociedad había cambiado. Sin embargo, no fue hasta el 1 de noviembre de 1968 que la MPAA decidió reemplazar el Código de Producción Cinematográfica.
El nuevo sistema consistía en la clasificación de películas, en las que se les asignaba una clasificación basada en su contenido. El sistema actual se divide en:
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G - Público General: No se trata de un certificado de aprobación, y no significa que la película sea para niños. Puede contener lenguaje fuerte, pero no alejado de lo cotidiano. La violencia es mínima. No contiene desnudos, escenas de sexo o consumo de drogas.
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PG - Se sugiere la decisión de los padres: Puede contener lenguaje grosero, violencia y desnudos mínimos. No contiene consumo de drogas. Se recomienda que los padres decidan si exponer a sus niños a la película.
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PG-13 - Aviso a los padres, el contenido puede no ser apropiado para menores de 13 años: Puede contener consumo de drogas, desnudos (pero no escenas de sexo), violencia (no realista, extrema o persistente), y lenguaje grosero.
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R - Restringido, los menores de 17 sólo podrán acceder a la sala acompañados de un adulto: Puede contener temas para adultos, actividades “adultas”, lenguaje muy grosero, violencia intensa o persistente, desnudos y escenas de sexo, abuso de drogas y otras sustancias. No se permitirá el acceso a las salas de menores de 17 años, a menos que estén acompañados por un adulto.
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NC-17 - No se permiten menores de 17 años: El contenido de las películas con esta clasificación es apropiado solamente para adultos. Puede contener violencia, sexo, comportamientos aberrantes, abuso de drogas, etc.
Estas calificaciones son simplemente una recomendación. La MPAA continúa actualmente calificando las películas y asignándoles números, podemos ver su sello y número al final de los créditos.
Aún los estudios continúan “jugando” y tratando de evadir clasificaciones que no les permitan llegar al gran público; pero al menos no se enfrentan a la posibilidad de no poder exhibir sus películas por no ser moralmente correctas.
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