“Si tus ojos pudieran hablar, ¿qué dirían?”. Esa es una de las muchas líneas del guión de The Book Thief que quiero guardar en mi memoria para siempre. Quiero encontrar las palabras para hablar de Liesl, y no sé si podré conseguirlo. He visto y leído mucho sobre la época en la que se desarrolla la película, y cada vez que me encuentro con una nueva historia me conmuevo igual que con la primera.
Puede que The Book Thief no sea una gran película; pero a mí me ha tocado la fibra. Lo que me ha gustado es que me ha conmovido. Que, a pesar de que no pude contener las lágrimas, también pude sonreír. Admiro mucho a las personas que, como Liesl, sobreviven y se quedan con las cosas bonitas de la vida.
El trailer de The Book Thief habla de esperanza, nos dice que Liesl descubre el significado de la palabra. Si bien a la Academia de Cine norteamericana le pareció destacable la banda sonora, lo que yo destaco son las palabras más que la música. Un ejemplo de ello es que se use una frase como “eso es lo que las personas hacen” refiriéndose a la empatía y a proteger a alguien que nos necesita. Nunca había considerado la palabra “persona” como una palabra que pudiera tener tanto significado como el que tiene en esa escena.
The Book Thief me hizo pensar en las palabras, en el poco valor que les damos. Y cuán importantes son en realidad. Me hizo pensar en la libertad, en la injusticia, en la soledad, en la humanidad. Me hizo pensar en todos los significados de esas palabras. Me recordó lo importantes que son a veces las palabras, en la magia que encierran y en cómo pueden hacerte sentir vivo. Me recordó por qué disfruto tanto leyendo; y cómo las palabras son capaces de transportarme a otros mundos, de hacerme sentir cosas sólo con leerlas. Ya lo dice Max: “las palabras son vida”. Y, cuando no queda mucho, un buen libro siempre es una buena compañía y un recordatorio de que estamos vivos.
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