Ver La Grande Bellezza es sentir que Fellini aún está en activo. Toni Servillo bien podría ser Marcello Mastroianni. No falta nada: las mujeres, las fiestas llenas de baile, los momentos en los que no logras saber si el personaje está soñando o realmente está viviendo lo que vemos… y ese final de reflexión, en el que el protagonista parece haber alcanzado la paz y nosotros nos quedamos pensando en todo lo que la historia nos ha dicho.
No sé si perdemos a Paolo Sorrentini o no. Quiero creer que La Grande Bellezza se trata de un perfecto homenaje a un grande, y estoy encantada con el resultado. He sentido lo mismo que siento cuando veo una película de Fellini, y estoy segura de que la historia me dejará pensando unos cuantos días.
Algo con lo que me he quedado ha sido cuando Toni habla con Sor Maria, ella le pregunta por qué no ha vuelto a escribir y él le dice que porque estaba buscando “la gran belleza”. La Grande Bellezza me ha hecho pensar en que esa “gran belleza” es estar vivos, y disfrutar de lo bonito que nos rodea, de las pequeñas cosas. Que no hay que dejar las cosas para después, esperando algo. En otro momento de esa misma escena, Sor Maria dice “¿Sabe por qué como raíces? Porque las raíces son importantes”. Otro elemento importante de esa “gran belleza”.
La Grande Bellezza es una belleza en sí misma: nos invita a detenernos en detalles, en momentos, y lo hace con imágenes maravillosas. Nos hace reflexionar, nos hace cuestionarnos, y nos enfrenta a la realidad. Estoy segura de que si Fellini estuviera aún entre nosotros, nos habría regalado una película muy similar. Esta favorita para el Oscar tiene todas las de ganar.
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