Jared Leto recibió el guión de Dallas Buyers Club unos 15 años antes de que la película llegara a realizarse. No me sorprende que haya tardado 15 años en realizarse, como no me sorprende que Jared Leto esperara todos estos años para interpretar a Rayon. No porque crea que esperaba el momento adecuado para hacerlo, sino porque Jared Leto elige papeles muy interesantes y éste no era menos.
Tampoco me sorprende que Matthew McConaughey perdiera tantos kilos para interpretar al protagonista: posiblemente le arrebate el tan esperado –por mí, y gran parte de sus fans- Oscar a Leonardo DiCaprio. Dallas Buyers Club es una película que le permite demostrar que puede hacer más que, digamos, una comedia (¿cuándo nos quitaremos de la cabeza la idea de que la comedia es más fácil de hacer que el drama?).
Y, de paso, Dallas Buyers Club nos habla del negocio de los laboratorios y las farmacéuticas. Se centra en la historia de una persona que contrae el virus del VIH y encuentra medicamentos alternativos, da que pensar en lo que nos recomiendan los médicos y si realmente se está mirando por nuestro bien. La escena del supermercado es quizás la que más destaco: por un lado nos hace pensar en todo eso “aprobado” que nos estamos metiendo en el cuerpo -leamos o no las etiquetas de la comida-, y por otro nos presenta el cambio de actitud del protagonista después de descubrir que no es tan diferente de aquello que antes rechazaba.
Dallas Buyers Club retrata un lado de los años ochenta que muchas veces no tenemos en mente: nos habla de la llegada del VIH, de las concepciones erradas, de los ensayos médicos. Cuando pensamos en los ochenta, no pensamos en eso. Sin embargo, es una realidad que se vivía en esa época, y que no se aleja demasiado de la actual. Ahora creemos que sabemos más al respecto, pero en realidad lo que ocurre en Dallas Buyers Club sigue ocurriendo hoy.
También me quedo con la escena del juicio, en la que el juez dice que la FDA debe mirar por el bienestar del pueblo. Creo que es una de las más importantes y justamente lo que la película quiere decirnos. Os puedo asegurar de que miraré las etiquetas de la comida mucho más que antes, aunque mi desconfianza hacia ciertas cosas ya existía. Dallas Buyers Club me ha recordado que a veces hay que desconfiar hasta de lo que se supone que deberíamos confiar.
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