He visto nacer series de películas y películas de series; pero creo que Todas las mujeres es la primera película que veo que es resultado de un “remontaje” de una serie. Normalmente podemos ver nuevos montajes de una película, pero convertir una serie en una película me resultó de lo más interesante.
Una serie da más tiempo para contar una historia, aunque está claro que en una película se puede contar lo mismo. Más resumido, eso sí. Así que, a pesar de que puede que a algunos les falte parte de la historia, cualquiera que no haya visto la serie puede ver la película. Y, posiblemente, pocos notarán gran diferencia entre una y otra. De hecho, lo que me “incomodó” un poco de Todas las mujeres fue la fotografía en algunas escenas interiores: estaban iluminadas para televisión, y yo lo noté. Pero, vamos, que no es nada grave.
Además, el guión y el trabajo de Eduard Fernández hacen que uno se lo pase tan bien viendo Todas las mujeres que al salir de la sala sólo recordará a ese personaje tan caradura y lo que es capaz de hacer. Es tan bueno el trabajo de Eduard Fernández, que aún pienso en su Nacho y me encuentro riendo incrédula ante su historia. Posiblemente no sea la única: asistí al preestreno acompañada de una amiga que pasó las horas posteriores reflexionando y analizando al personaje.
Fui a ver Todas las mujeres con la curiosidad de ver lo que hizo Mariano Barroso con la serie, y porque había escuchado –y leído- muy buenas cosas cuando el Festival de Málaga. Salí de la sala confirmando todo lo que había escuchado y leído, y muy contenta con el resultado.
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