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Detrás de cámaras: Gone with the Wind

Aún recuerdo el día en que me senté a ver Gone with the Wind por primera vez. Recuerdo que pensaba que iba a necesitar una pausa en algún momento, cosa que no ocurrió. Recuerdo que me metí en la historia, que los personajes me tocaron, y hasta ahora me lleno de entusiasmo cuando alguien nombra a Rhett y Scarlett. Y recuerdo que prometí que iba a escribir algo más sobre la película. Y si hay algo que me caracteriza, es que cumplo mis promesas. Puedo tardar, pero las cumplo. Y hoy cumplo esa promesa.

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Gone with the Wind ha pasado a la historia por muchas razones, entre ellas ser la primera película en color en ganar un Oscar a la mejor película. Todos conocemos a Rhett y Scarlett y todos conocemos la gran frase de Rhett: “Frankly, my dear, I don’t give a damn”. Lo que algunos no saben es que la frase casi no hace historia.

En 1939 existía un código de producción que censuraba lo que aparecía y se decía en pantalla. La famosa frase rompía la norma porque la palabra “damn” estaba prohibida, así que se sugirieron varias alternativas más “blancas”: “I just don't care” (no me importa), “it makes my gorge rise” (me pone de mala leche), “my indifference is boundless” (mi indiferencia no tiene límites), “I don't give a hoot” (me da igual), y “nothing could interest me less” (nada me interesa menos). Seguramente cualquiera de ellas habría tenido la misma fuerza (risas).

Cuenta la leyenda que la frase llegó a las salas a base de pagar una multa, pero la realidad es que hubo un pequeño cambio en el código. Este cambio habilitaba a usar la palabra en casos en los que fuera esencial para el papel, en contexto histórico, si era parte de un hecho histórico o del folclore poplar, o una cita de un trabajo literario; siempre y cuando no fuera ofensiva. “Hecha la ley, hecha la trampa”, dicen. Y la frase pasó a la historia.

El primer encargado de colocar las palabras de Rhett en el guión fue Sidney Howard. El guionista aceptó el trabajo con la condición de escribir en la libertad de su casa en Massachussets. El primer guión que presentó exigía una película de cinco horas y media. El productor, David O. Selznick, le solicitó que se trasladara a Hollywood para realizar otro borrador junto a él. El segundo guión fue quince páginas más largo que el primero. Selznick llegó a considerar hacer dos películas en lugar de una, para hacer justicia a la novela.

El primer director elegido fue George Cukor, quien dedicó dos años a las tareas de preproducción, castings y preparación de los actores. Selznick no estaba feliz con la lentitud con la que avanzaba el proyecto y Cukor no estaba convencido de que el guión fuera bueno, de modo que –según cuenta la historia oficial- el segundo abandonó la dirección. Sin embargo, Cukor se mantuvo ayudando a Vivien Leigh y Olivia de Havilland a crear sus personajes durante los fines de semana. El sustituto fue Victor Fleming. Lo primero que hizo al llegar fue rechazar el guión. La producción se paró durante dos semanas para reescribirlo. El encargado fue Ben Hecht, quien se basó en el primer guión de Sidney Howard.

Algunos números:

  • El coste de la producción se estima en unos cuatro millones de dólares.
  • Se rodaron más de 150.000 metros de cinta, que se editaron para acortarlos a unos 6.000 metros.
  • El primer corte de la película era de cuatro horas y media, 48 minutos más que los que llegaron a las salas.
  • Más de cincuenta actores tenían líneas de diálogo, y el total de extras fue de 2.400.

Durante la producción, Selznick quiso realizar una proyección de prueba. Organizó una especie de “sneak preview” en una sala cerca de Los Angeles. La secuencia inicial que se proyectó fue realizada sobre la marcha, y se trata de una mano pasando las páginas de un libro con dibujos de paisajes sureños. La música era la composición de Alfred Newman para otra película: The Prisoner of Zenda (1937).

El primer “preestreno” fue el 9 de septiembre de 1939, en California. La proyección era secreta, ninguno de los espectadores sabía que iba a ver Gone with the Wind. Se les permitía salir de la sala sólo si no les apetecía no saber qué película verían, y una vez estaban todos de acuerdo, la sala se cerró y no permitió el acceso a nadie por ningún motivo. Cuando comenzó la proyección, el público comenzó gritar: estaban encantados de ser los primeros en ver una película de la que llevaban escuchando tanto tiempo.

La premiere fue en Atlanta, el 15 de diciembre de 1939. Se declaró fiesta estatal, y el coste de las entradas fue cuarenta veces superior al habitual. No se permitió asistir a parte de los actores (sí, a los descendientes de africanos); pero alguien rompió la norma: Martin Luther King padre fue invitado y, contra todo pronóstico –se había incitado a boicotear la premiere por la prohibición-, asistió junto a su hijo Martin Luther King Jr.

 

Scarlett, Rhett y demás personajes

Una vez David O. Selznick se hizo con los derechos de la novela -le costaron 50.000 dólares-, su suegro Louis B. Mayer fue el primero en interesarse por el proyecto, ofreciendo una buena cantidad de dinero para que la MGM firmara la cinta. Warner Bros. ofreció a Bette Davies y Errol Flynn como protagonistas, además de una buena financiación para la realización. También se interesó United Artists, la distribuidora de Selznick. Pero ninguno de los estudios convencía al productor, ya que creía que no tenían al actor indicado para interpretar a Rhett. La MGM ofrecía a Clark Gable, además de 1.250.000 dólares para cubrir los costes de producción a cambio de los derechos de distribución y 50% de las ganancias. El acuerdo se cerró en enero de 1938.

 

Rhett Butler

Sólo cuatro actores fueron considerados seriamente para el papel de Rhett Butler: Gary Cooper, Errol Flynn, Ronald Colman y Clark Gable. Gary Cooper se negó a interpretarlo, porque consideraba que Gone with the Wind sería el mayor desastre de la historia. Cuentan que dijo que estaba encantado de que fuera Clark Gable quien fracasara en su lugar.

Clark Gable tenía dos problemas: su contrato con MGM y que no se veía en ese tipo de papel, ya que estaba arrepentido de su participación en Parnell (1937). Lo convenció un bono de 50.000 dólares que le permitiría divorciarse y casarse con Carole Lombard. El actor rodó 71 días y cobró más de 120.000 dólares por su trabajo.

Scarlett O’Hara

El papel de Scarlett es uno de los más disputados en la Historia del Cine: se entrevistó a 1.400 actrices y 400 de ellas realizaron pruebas. La lista de favoritas incluía a Jean Arthur, Lucille Ball, Miriam Hopkins, Tallulah Bankhead, Bette Davis, Claudette Colbert, Joan Crawford, Loretta Young, Paulette Goddard, Katharine Hepburn, Olivia de Havilland, Carole Lombard, Norma Shearer, Barbara Stanwyck, y Margaret Sullavan

Las elegidas para hacer pruebas de cámara fueron: Louise Platt, Tallulah Bankhead, Linda Watkins, Adele Longmire, Haila Stoddard, Susan Hayward (usaba el nombre Edythe Marriner), Dorothy Mathews, Brenda Marshall, Paulette Goddard, Anita Louise, Margaret Tallichet, Frances Dee, Nancy Coleman, Marcella Martin, Lana Turner, Diana Barrymore, Jean Arthur, Joan Bennett y Vivien Leigh. Las únicas que hicieron pruebas en color fueron Paulette Godard y Vivien Leigh.

La búsqueda de la protagonista fue muy publicitada. Algunos dicen que Vivien Leigh fue contratada en secreto en febrero de 1938, pero se mantuvo la “búsqueda” por publicidad. Nadie lo ha comprobado. Se llegó a realizar una encuesta a 100 personas sobre quién debería ser la elegida, en la que Vivien Leigh sólo obtuvo un voto. A pesar de eso, fue la elegida. Rodó durante 125 días y cobró 25.000 dólares.

Melanie

Olivia de Havilland fue una de las primeras consideradas para interpretar a Melanie. Las actrices que también pudieron quedarse el papel fueron: Janet Gaynor, Fay Wray, Jane Wyman, Anne Shirley, Priscilla Lane, Marsha Hunt, Gloria Stuart y Andrea Leeds. Anne Shirley, Marsha Hunt y Andrea Leeds llegaron a hacer pruebas de cámara.

En el momento en que Olivia de Havilland recibió la llamada de la MGM tenía un contrato con Warner Bros. Tanto quería el papel, que convenció a Jack L. Warner de que la dejase finalizar su contrato. Para prepararse para el papel visitó la maternidad de un hospital con interés de ver cómo vivían las mujeres el parto, ya que ella no tenía hijos y quería resultar creíble durante la escena del parto.

 

Ashley

Vincent Price, Jeffrey Lynn, Dennis Morgan, Wayne Morris, Robert Young, Douglas Fairbanks Jr., Lew Ayres, Ray Milland y Melvyn Douglas probaron suerte para interpretar a Ashley Wilkes. David Selznick quería a Leslie Howard, y estaba tan seguro de su elección que sólo realizó las pruebas de cámara sin audio, para comprobar que fotografiaba bien en color.

Sin embargo, el actor se veía demasiado viejo para el papel (se supone que tiene 21 años al comienzo de la película). Selznick le convenció ofreciéndole aparecer en los créditos de Intermezzo (1939) como productor. La edad se intentó disimular con maquillaje extra y una peluca; pero Howard pensaba que se veía como el portero de un hotel.

 

Otros personajes

  • Judy Garland pudo haber sido la hermana de Scarlett. Sin embargo, el papel de Carreen fue para Ann Rutherfold, porque Judy Garland ya estaba ocupada con otro papel: Dorothy, en The Wizard of Oz. Curiosamente, ambas películas iban a ser dirigidas por George Cukor y acabaron siéndolo por Victor Fleming.
  • Jonas Wilkerson era interpretado por Robert Glecker. El actor falleció un mes después del inicio del rodaje, por lo que sus escenas volvieron a rodarse con su reemplazo: Victor Jory.
  • Rand Brooks, el primer marido de Scarlett, odiaba su papel de debilucho. 
  • Billie Burke, conocida por interpretar a Glinda en The Wizard of Oz, fue considerada para el papel de la tía Pittypat Hamilton. Los productores pensaron que era demasiado joven (tenía 54 años).
  • Barbara O’Neil era tres años mayor que su hija en la película. Lillian Gish también fue considerada para el rol de la madre de Scarlett.
  • Hattie Mc Daniel superó a Louise Beavers, Etta McDaniel, Ruby Dandridge y Hattie Noel para obtener el papel de Mammy.
  • Fred Crane interpretó a Brent Tarleton; pero en los créditos figura como Stuart Tarleton. Se trataba de su primer papel en el cine, y tuvo el honor de ser el primero que habla en la película.
  • Lionel Barrymore fue considerado para el rol del Dr. Meade, pero su artritis severa le prohibía aceptar el trabajo.
  • El caballo que monta Thomas Michell posteriormente interpretó a Silver en la serie The Lone Ranger.

 

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Detrás de cámaras

La primera escena que se rodó fue el incendio del Atlanta Depot, el 10 de diciembre de 1938. Para este rodaje se utilizaron todas las cámaras de Technicolor que existían entonces: siete. Las actrices en el papel de Scarlett fueron Aline Goodwin y Lila Finn, y los actores en el de Rhett, Yakima Canutt y Jay Wilsey. Se quemaron sets antiguos, entre ellos uno de King Kong (1933). La escena costó más de 25.000 dólares, y el rodaje duró 113 minutos.

Las llamas eran altísimas y cubrían 40 acres. El equipo de bomberos se compuso de 50 bomberos de Los Angeles y 200 ayudantes contratados por el estudio. El fuego era tal, que los vecinos creyeron que se quemaban los estudios de la MGM al completo. Para apagarlo, se utilizaron 15.000 galones de agua.

Para la escena en la que Scarlett escapa del incendio se buscó un caballo famélico. El problema fue que el elegido ganó peso antes del rodaje, y como no había tiempo de buscar un reemplazo se le pintaron sombras oscuras con maquillaje para imitar costillas y simular su mal estado físico.

La plantación de Tara estaba ubicada en un estudio en California, y allí se quedó hasta que la desmantelaron en 1959. Margaret Mitchell, la autora de la novela, no estaba muy contenta con los sets. Pensaba que eran demasiado elegantes y que no reflejaban lo que en realidad era la vida que su novela describía. Sin embargo, se recortaron gastos en el set. Los interiores no tenían techos, tanto éstos como la parte superior de los exteriores se agregaron posteriormente o se modificaron con pintura mate. Si os fijáis bien, podréis notarlo. Y en la escena en la que Scarlett busca al Dr. Meade entre los soldados Confederados, se usaron 800 muñecos para ahorrarse extras.

La intensidad del rodaje fue alta, al punto que en un momento las cinco unidades de rodaje estaban trabajando a la vez. Los directores encargados de las unidades: Sam Wood, Sidney Franklin y Yakima Canutt. También dirigieron algunas partes de la película David O. Selznick y William Cameron Menzies, pero no tienen crédito por ello.

Alfred Hitchcock también trabajó para Gone with the Wind. Selznick le pidió ayuda para la escena en que las mujeres esperan a los hombres mientras Melanie lee David Copperfield. Es la única escena en la que salen los cuatro personajes principales juntos. Hitchcock presentó un tratamiento con descripciones de las tomas y los ángulos que buscaba. Su idea era mostrar a Rhett, Ashley y los demás fuera de la casa, escondiéndose de los soldados de la Unión. También quería que Melanie y Rhett intercambiaran miradas dentro de la casa. Sus ideas apenas se tomaron en cuenta.

Como ya os conté más arriba, George Cukor llegó a rodar escenas. La que llegó a la película es la del parto de Melanie. Durante esa escena, el director pellizcaba los dedos de los pies de Olivia de Havilland para que sintiera dolor y su actuación no perdiera intensidad.

Hay un par de anécdotas sobre el trabajo de Clark Gable:

  • No quería llorar en la película. En la escena en la que le tocaba hacerlo –después de que Scarlett sufre el aborto- amenazó con renunciar al papel. Olivia de Havilland le convenció para que lo intentara.
  • En una de las tomas de la escena en la que Rhett sirve a Mammy una bebida después del nacimiento de Bonnie, Gable sirvió alcohol en lugar de té. Hattie Mc Daniel no lo sabía: lo descubrió al beber todo el vaso de un sorbo.
  • No le permitieron decir la frase original en la escena de las escaleras: “Quizás sufras un aborto”.

Vivien Leigh lo pasó difícil: no tenía la mejor relación con Victor Fleming; y en la escena en la que regresa a Tara (una de las más importantes de la película), el sonido de sus vómitos no es suyo sino de Olivia de Havilland. Circulan dos versiones al respecto de esto: una en la que Vivien no podía hacer sonidos convincentes, y otra en la que se negaba a hacerlos porque no eran adecuados para una dama.

Seguramente no os he contado ni una décima parte de todas las anécdotas de rodaje y los secretos de Gone with the Wind, pero espero que este post os invite a verla (o volver a verla). Y quizás también a leer la novela para compararlas. Por mi parte creo que puedo decir que mi promesa está cumplida, aunque puede que más adelante vuelva a dedicar unas líneas a este gran clásico.

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