Hay dos cosas que Roman Coppola no puede negar: su apellido y los años que ha trabajado de la mano de Wes Anderson. Ambos son clarísimos en A glimpse inside de mind of Charles Swan III. Y con esto creo que ya os he dado una idea sobre lo que veréis en la película. Pero no, no es sólo una película en la que veréis mucho de lo que asociamos con Wes Anderson y otro tanto de lo que uno relaciona con Sofia Coppola (siempre digo que Sofia y Wes se parecen mucho más de lo que todos asumen). No. Veréis una película curiosa, con elementos muy Roman Coppola –si habéis visto sus cortos, entenderéis de lo que hablo-, y si bien puede que no se aleje de lo que ha hecho junto con Anderson, creo que tiene un giro muy interesante.
Charlie Sheen hace un papel “muy Charlie Sheen”, pero a la vez se sale de lo habitual. El dramedy se le da muy bien. Jason Schwartzman es el mismo de siempre, con esos papeles que empiezan a ser muy suyos y que espero ver cada vez que le veo en cartel. Patricia Arquette se ha quedado un poco corta, le faltó algo. Y Bill Murray ya tiene por costumbre aparecer y dejarme con una sonrisa. La música de Liam Hayes es perfecta, la fotografía es muy bonita y el arte de la película me ha encantado. Por momentos me acordé de Michel Gondry, y me ha gustado mucho acordarme de él.
¿Qué os puedo decir? Todo lo que tenga el apellido Coppola me intriga y me invita a verlo, y Roman no me decepcionó. Todo lo contrario. Puede que la historia en sí parezca un poco loca, pero para mí ha sido un soplo de aire fresco. Y el final, los “pseudocréditos” (como he bautizado esa secuencia)… me ha encantado. Quiero seguir viendo el trabajo de Roman, y afirmo cada día más mi teoría de que si has nacido dentro de la familia Coppola has nacido con talento y cada cosa que hagas resultará especial. ¡Qué suerte tienen algunos!
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