Ver Intouchables es como recibir un abrazo durante casi dos horas: no puedes parar de sonreír, sientes algo tibio en el estómago, y cuando termina te quedas con la sensación de estar flotando en un mundo maravillosamente perfecto. ¿Que exagero? Puede que un abrazo de dos horas no haga todo lo que acabo de enumerar, pero Intouchables sí.
Me pasé toda la película ADORANDO a Omar Sy, aplaudiendo su trabajo y enamorada perdida de esa sonrisota que tiene. Recordé otras películas similares, intenté compararlas y la sensación que provocaban, y… sí, puede que fuera prácticamente la misma. Pero claramente me hacía mucha falta ver algo como Intouchables y en cierto modo volver a creer en el ser humano.
Seguramente esta entrada llegue muy tarde, sospecho que todos habéis visto ya Intouchables. Pero necesitaba guardármela para un día como hoy, para terminar el año de un modo positivo y creyendo en el buen cine. Lo siguiente será resumir el año, y quiero cerrar mis comentarios con una de las películas que mejor me han hecho sentir en 2012.
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