No puedo describir lo frustrante que es leer malas críticas sobre el trabajo de alguien a quien admiras. Es verdad que todo lo reciente que hizo Oliver Stone no me ha convencido, pero de alguna manera tenía la ilusión de que Savages iba a ser diferente. Confiaba en que volvería a ser el mismo, y en algunos de los actores que participaban en la película. Además, el tema me parecía interesante. Esperaba sorprenderme para bien.
Sin embargo, de entrada me encontré con que la estética no terminaba de convencerme. Parecía algo rodado por un director como Mc G, no veía a Oliver Stone en ninguna parte. Demasiado “moderno”, ¿quizás? El guión no prometía mucho desde el principio, contaba demasiado en palabras y muy poco en imágenes. Estéticamente me gustaba lo que veía, pero no veía lo que espero ver cuando veo el cine de Oliver Stone. Casi como me ocurrió con la Twixt de Coppola, sentía que no terminaba de ver a ese director que admiré durante gran parte de mi vida.
Es verdad que Savages tiene algún eco del clásico Stone: una triste imitación firmada por Dan Mindel de aquél maravilloso detalle que puso Robert Richardson cuando trabajó con Stone. La música de Chespirito se me hizo ridícula en el contexto, Benicio del Toro y Salma Hayek demasiado estereotipados, Blake Lively sólo me ha gustado en The Town, y Taylor Kitsch y Aaron Johnson no terminan de convencer en el papel de niños bien que se dedican a hacer cosas “oscuras”. No es que los actores estén mal en sus papeles, el problema es que no logré creerme la historia desde el principio: me parecía demasiado irreal, demasiado parodia.
Tiene su grado de dureza, sí. Pero creo que no logré conectar mucho. Ni la historia, ni los personajes, ni los hechos lograron que sintiera algo mientras veía Savages. Y el final… pues era casi perfecto. Hasta que Oliver Stone tuvo la necesidad de cerrar la historia de la manera en que la cierra. No me ha gustado. Demasiada poesía, demasiada reflexión, demasiadas palabras. Echo de menos al viejo Oliver Stone, el que hablaba con imágenes.
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