Freaks es una película que tenía en la lista de pendientes. La razón es simple: las películas que retratan a seres “diferentes” me encantan, pero me emocionan demasiado. Y las guardo para esos momentos en los que creo que puedo apreciarlas mejor. Sin embargo, no me decidí a verla por años, hasta que una conversación me despertó las ganas de tacharla de la lista.
El mundo de los circos, las ferias y los freaks siempre me pareció interesante. Me hace pensar que, a pesar de verlos como un espectáculo, de alguna forma estos “fenómenos” supieron encontrar su lugar en un mundo frío y superficial. Vivían fuera de la sociedad, dejaban que les explotasen, sí. Quizás no era lo mejor, pero al menos no estaban solos. O eso quiero creer. Por eso, Freaks como retrato de ese mundo, contándonos la vida que llevaban y las historias detrás de las personas de ese mundo me interesaba mucho.
Por supuesto que me encontré con la clase de película que esperaba, una que habla justamente de todo aquello que me interesaba y que lo hace una forma inocente y dura al mismo tiempo. Una película que, como siempre, retrata a los “normales” como los villanos que podemos llegar a ser. Por supuesto que no todos somos así, y eso también lo deja claro.
Y además, Freaks retrata a un grupo unido, que se acompaña. Algo que no se suele ver en las películas con personajes diferentes, y algo que apoya mi teoría de que la gente que vivía de este modo se sentía menos sola en este mundo. No nos habla de personajes indefensos, sino de un grupo de amigos que se apoya y se defienden unos a otros, y eso me ha encantado. Sobre todo el final (o uno de los finales, hay varios).
Y, sí, he relacionado Freaks con el cine de Tim Burton. Inevitable. Clara influencia, además de tratar el mismo tema que Burton en su cine. Me recordó mucho a Big Fish, obviamente. Pero también a Ed Wood, y por momentos pude ver en sus personajes a algunos de los que aparecen en su cine animado, Beetlejuice… era inevitable.
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