En la cuarta hora de Story of Film: An Odyssey, Mark Cousins nos cuenta qué ocurre cuando el sonido llega al cine (algo de lo que ya hablé en: El sonido en el cine, Los actores hablan y el sonido se propaga y Las consecuencias de la innovación sonora). Nos enseña cómo en un principio le quitó lo “cinematográfico”, ya que los directores se centraban más en captar el sonido y menos en la iluminación y los detalles de sus películas. Pero no todo es malo: también nos cuenta cómo Rouben Mamoulian juega con el sonido a través de una metáfora del viaje de una canción en Love Me Tonight y el sonido de los ladridos cuando las señoras gritan.
Además, repasa cómo el sonido es esencial para hacer cine de terror. Cómo la ausencia de sonido, o el sonido justo en el momento adecuado pueden despertar emociones. Y nos lleva de paseo por las primeras películas de gangsters, con un gran ejemplo: compara las dos Scarface para mostrarnos cómo ambas son efectivas en la época en que fueron realizadas.
En resumen, recorre el cine musical, el de mafiosos y el de terror. Géneros que no serían lo que son sin sonido. También nos habla de los westerns, y nos enseña cómo la comedia se feminiza con la llegada del sonido. Y nos lo enseña con escenas de Carole Lombard y Katherine Hepburn, de películas de Howard Hawks. Nos habla de cómo los diálogos, cuando los actores se pisan, transmiten realismo.
Además, llega a un género que me fascina –como ya lo sabéis por la mayoría de los cortometrajes que comparto-: la animación. Y, sí, habla de uno de mis ídolos de la infancia: Walt Disney. Para después irse a París, y hablarnos de Cocteau y Jean Vigo. También nos lleva a Brasil, Polonia, Alemania… y nos cuenta por qué su cine es tan especial. Sin olvidar que, entre otras curiosidades, nos del phantom ride en Oxford Street que tanto obsesionaba a Alfred Hitchcock, y que me conquistó completamente.
Y ese final, con las tres mujeres (Ninotchka, Dorothy y Scarlett O’Hara) me pareció maravilloso. El escapismo, la guerra y el idealismo… y la introducción al grande que vendrá: Orson Welles. Perfecto.
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