Creo que no os he hablado mucho sobre Fellini. De todos los directores italianos, Fellini es uno de los pocos que disfruto viendo. El cine italiano suele ser demasiado triste, y aunque me gusta, no me atrae mucho verlo porque lo paso mal. Sin embargo, ver cine de Fellini me encanta.
Y por alguna razón he decidido hablaros de una de las pocas películas que no tiene a mi adorado Marcello Mastroianni como protagonista. ¿Por qué? No lo sé. Quizás porque Le notti di Cabiria es una película que no suele estar entre las que el público “general” ve. Quiero decir, todos –o casi todos- hemos visto Otto e Mezzo y La Dolce Vita, ¿verdad?
Y quizás también porque Le notti di Cabiria tienen como protagonista a una actriz que me encanta: Giulietta Masina.La expresividad de esa mujer, los ojazos maravillosos que tiene (o que tenía)… me encanta. Ella, tan pequeñita, tan simpática y tan expresiva. Tan perfecta para el cine de Fellini que enamora al espectador al instante. Giulietta es Cabiria, uno de mis personajes favoritos del cine de Fellini. Cabiria y su fortaleza, su forma de vestir, ese maquillaje, la personalidad, los bailecitos. Adoro a Cabiria. Ella es quizás uno de los personajes más auténticos del cine de Fellini, uno de los más transparentes.
Cabiria es prostituta, adora a la Madonna y quiere casarse, aunque lo niega. Su mundo y su vida chocan con lo que aspira, y sin embargo no la detiene. Pero tampoco le permite aceptar que merece lo que ella quiere lograr en la vida. Por eso, niega querer enamorarse, y se declara independiente (asegura varias veces que tiene todo lo que quiere y que necesita). No quiero contaros más. Sólo deciros que el final es hermoso a su manera, como todos los finales de Fellini. Si queréis saber qué ocurre con Cabiria, ya sabéis que hay que ver Le notti di Cabiria.
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