Scorsese es uno de los directores más talentosos de la historia del cine. Cuando me enteré que estaba planeando rodar Hugo me emocioné al ver que se arriesgaba con algo diferente; porque sé que es capaz de salir de su registro y hacer cosas muy buenas. Además, Johnny Depp la producía. Y mi director de fotografía favorito, Robert Richardson, trabajaría en la película.
La fotografía de Richardson es un placer, como cada uno de los trabajos de su carrera. Pasé toda la película fascinada, enamorada de cada detalle. Los efectos visuales increíbles, aunque quizás un poco animados de más, lo que ciertamente en 3D debe ganar (la he visto en 2D), el vestuario también me enamoró, la música… Si bien la película tenía poco del Scorsese al que estoy acostumbrada, me tenía fascinada. Podría haberlo encontrado criticable, pero por más que no sea su estilo de cine me tuvo enganchadísima a lo que veía en pantalla desde el primer fotograma.
¿Y quién iba a decir que me iba a emocionar viéndola? Pues sí, me he emocionado. Mucho. La forma en que Marty nos habla del cine, la forma en que el montaje está realizado en la secuencia sobre la historia del cine, me emocionó mucho. El homenaje a Méliès, al cine y a su historia que nos regala con Hugo es uno de los más bonitos que he visto. Por cierto, ¿habéis visto a Scorsese en la película? Prestad atención, porque él también aparece.
Es difícil poner en palabras lo que he sentido viendo esta película. Los cinéfilos, y más que nada aquellos que sienten fascinación por los pioneros de este arte, podrán entenderlo. Hugo se ha convertido en una de mis favoritas instantáneamente. Y no puedo decir que Scorsese se ha superado, porque ya es imposible, pero me ha demostrado una vez más que es un genio. Realmente me gustaría verle llevarse otro Oscar el domingo, creo que se lo merece.
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