Cada cierto tiempo surgen películas sobre deportes. Hay clásicos del género -Any Given Sunday, A League of Their Own, etc.- y alguna más que me ha gustado mucho –The Damned United-, pero debo reconocer que no me entusiasma para nada el género. Sin embargo, estando Brad Pitt nominado a los Oscars, tenía que ver Moneyball de modo urgente.
Para empezar, no entiendo el baseball. Sé lo mínimo y me aburre muchísimo. Pero sí que me entretiene el mercado de fichajes, así que algo de lo que se hablaba no me sonaba a chino. Y, vamos, que se trataba de básicamente la misma historia de siempre: el equipo pequeño tratando de superarse, y esa persona que dio todo por conseguirlo. Nada que no hayamos visto, aunque se trate de otra historia real. Siempre se suele recurrir al mismo tipo de historias y personajes para este tipo de películas, por lo que me esperaba más o menos algo que ya había visto. Y a Philip Seymour Hoffman, al que siempre espero ver porque me conquista en cada escena.
No me sorprendió descubrir que, como gran mayoría de las películas sobre deporte, lo menos que se muestra es el deporte en sí. Mucho diálogo y mucha seriedad marcaron el tono de la película. Me pareció muy interesante incorporar al montaje el tema económico, porque ilustra de forma efectiva lo que pasa por la cabeza del personaje y los datos que influyen en la historia.
Debo confesar que se me hizo larguísima y bastante pesada. Philip Seymour Hoffman me encantó, como siempre. Creo que en las escenas en las que salió él fue cuando presté más atención. Lamentablemente, el resto de la película no terminó de engancharme. Quizás por el deporte, quizás por el tema, quizás porque al personaje principal le faltaba algo. No digo que el trabajo de Brad Pitt sea malo, porque no lo es (aunque tampoco lo veo de Oscar). Simplemente, algo en la película no terminó de convencerme. Eso sí, el montaje me gustó mucho. Y tiene momentos muy buenos. Momentos que, lamentablemente, están vistos muchísimas veces en el cine. Quizás por eso no me resultó demasiado buena.
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