La primera secuencia de esta película me recordó la primera vez que vi la adaptación cinematográfica de A Midsummer Night’s Dream. “Esto tiene que estar inspirado en Shakespeare, lo presiento”, fue lo único que pensaba. Y así es: está basada en Henry IV. ¡Lo sabía!
Gus Van Sant, ¡maldito genio! Esta debe ser una de las películas independientes de los 90’s más interesante, y a la vez una de las películas más extrañas/hipnóticas que he visto en mi vida. Vale, que Keanu y River ya son suficiente como para que me quede pegada a la pantalla; pero de por sí la historia exige que le sigamos el hilo y prestemos atención.
Obra maestra, película de culto, cine experimental… da igual. HAY QUE VERLA.
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