Excelente entrevista, que les voy a ir compartiendo por partes.
Por: Danny ElfmanFotografías: Sebastian Kim
En 1984, Paul Reubens estaba buscando un director. El film por desarrollar era Pee-wee’s Big Adventure (1985), y Reubens, quien ya había trabajado con el proyecto de arte conceptual perversamente juvenil por casi 15 años, estaba desesperado por encontrar a alguien en quien pudiera confiar para dirigirlo con estilo. Así que, como hace la gente en Los Ángeles, indagó durante una fiesta. Uno de los invitados había visto recientemente Frankenweenie—el corto de Tim Burton de 1984 sobre un perro que es resucitado. Burton no tenía experiencia previa como director de películas, pero ambos hombres conectaron inmediatamente. Con sólo 25 años, Burton obtuvo el trabajo, y el par vio cómo su extraño pero imaginativo film ganó más de cuarenta millones en taquilla.
Por supuesto, ahora Tim Burton no necesita apoyarse en el boca a boca para hallar un trabajo. A través de las muchas etapas de sus treinta años detrás de cámaras, ha quedado una subyacente corriente emocional consistente en el trabajo de Burton –un balance delicado de tristeza, humor, y horror que armoniza con su ojo para la belleza gótica y el surrealismo mítico. El director, de 51 años, ha escrito y/o producido más de veinte películas. Entre 1988 y 1996, fue responsable de Beetlejuice (1988), Batman (1989), Edward Scissorhands (1990), Batman Returns (1992), The Nightmare Before Christmas (1993), Ed Wood (1994), y Mars Attacks! (1996). Fue también durante este período que comenzó a trabajar con Johnny Depp, quien ha actuado en siete de sus films –una relación transformadora para ambos hombres.
Burton creció en los suburbios de California, y ha dicho varias veces, siendo niño, encontraba las realidades del día a día –padres, maestros, escuela, desayuno- mucho más aterradoras que los monstruos o las películas. ¿Qué son, después de todo, perros zombies como mascota, comparados con las amenazas de la vida real como el aburrimiento y la pérdida? Los personajes de Burton nacen marginados, perpetuamente en conflicto con sus identidades y de algún modo siendo monstruos. Sus finales de cuentos de hadas son un poco más complicados que los típicos de Hans Christian Andersen: Edward Scissorhands no se queda con la chica.
El pasado Noviembre, el Museo de Arte Moderna de New York homenajeó a Burton no sólo por su trabajo cinematográfico sino también por su trabajo como artista visual, con una retrospectiva que exponía una gran colección de sus dibujos –incluyendo versiones de Jack Skellington, Edward Scissorhands, Sweeney Todd, y Batman. Su próximo film, Alice in Wonderland de Disney, que se estrenará el próximo mes, es una aventura semi-animada adecuadamente trippy, con Mia Wasikowska, Johnny Depp, Helena Bonham Carter (pareja de Burton), Anne Hathaway, y Crispin Glover. Danny Elfman, quien ha compuesto música para los films de Burton desde que trabajaron juntos en Pee-wee (y también hizo Alice in Wonderland) habló con él recientemente sobre cómo se hizo camino como artista –y sobre qué le asusta realmente.
DANNY ELFMAN: Okay, estamos rodando. Que sepas que podemos parar y comenzar; podemos inclusive rehacer una pregunta si no te gusta lo que has dicho. Puedes sugerir un tema. No hay presión.
TIM BURTON: Digo que dejemos a la consciencia fluir, y que ocurra lo que tenga que ocurrir.
ELFMAN: Entonces empecemos por algo fácil. Durante tu infancia, ¿qué films y directores te impactaron más?
BURTON: Bueno, siendo aficionado a las pelis de monstruos, los monstruos de Universal y las películas de ciencia ficción japonesas, como las de Ishir¯o Honda. Luego estaban las italianas, como las de Mario Bava.
ELFMAN: ¿Qué films en particular se te calaron en la piel?
BURTON: Black Sunday [1960] de Bava es probablemente el que lo logró. Recuerdo, en L.A., que igual miraba películas de miedo todo el fin de semana. Y luego de que veías dos pelis seguidas, entrabas en ese estado de ensueño, y en algún momento alrededor de las tres de la madrugada del fin de semana, se emitía Black Sunday. Era realmente como tu subconsciente, como un sueño, casi como alucinar. Además creo que soy uno de los pocos aficionados a los que les gusta el doblaje en los films extranjeros. Amo a Fellini o Bava doblados porque le da una naturaleza surrealista. Prefiero el doblaje porque las imágenes son tan fuertes que no quieres quitarles la vista para leer los subtítulos.
ELFMAN: ¿Algún film te dio pesadillas?
BURTON: Realmente nunca tuve pesadillas sobre las películas. De hecho, recuerdo a mi padre diciéndome cuando tenía tres años que me iba a asustar, pero nunca me daba miedo. Tenía mucho más miedo a mi familia y a la vida real, ¿sabes? Creo que era más una pesadilla si alguien me decía que fuera al colegio o que comiese mi desayuno. Me despertaría con el sudor frío si soñase con esas cosas. Creo que las películas probablemente te ayudan a resolver ese tipo de cosas y te hacen sentir más cómodo. Sí me espanté cuando vi The Exorcist [1973] por primera vez, pero eso fue todo. Las imágenes como las de Black Sunday se quedan contigo. Siempre las disfruté.
ELFMAN: Eso me lleva a los monstruos de nuestras infancias. ¿Qué lugar crees que ocupan frente a los monstruos de hoy?
BURTON: Lo que amo de los viejos monstruos es que tenían una imagen tan fuerte, identificable al instante. Encuentro a los monstruos de hoy muy recargados. Tienen tantos tentáculos y solapas y lo que sea que no tienen el tipo de fuerza en sus imágenes que tenían los viejos monstruos. Es también debido a la pesadez del CGI. Pierdes el elemento humano —como Boris Karloff, quien realmente representaba a los monstruos. Aún en Creature From the Black Lagoon [1954], el tío tenía un disfraz completo, así que sentías que debajo había un humano. Creo que eso es importante. Siempre es un reto interesante ver si puedes crear un personaje que tiene emociones. Puede hacerse y se ha hecho.
ELFMAN: Una vez dijiste que los monstruos son normalmente más sinceros que los humanos que los rodean en esas películas. ¿Aún crees que es así?
BURTON: Oh, si. Es como la sociedad. De hecho, probablemente se ha hecho más extremo. Casi que equiparamos al monstruo con el individuo, siendo devorados por la burocracia. Aún al hacer films con los Estudios, antes se podía acordar con gente como individuos. Ahora estamos negociando con una vaga burocracia, donde nadie está a cargo cuando hay un problema [risas]. Así que eso se ha intensificado con el paso de los años.
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