Cuando vi el trailer de Hello, My Name Is Doris, me imaginé que iba a ser una película que me iba a gustar; pero que también me iba a despertar un poco de tristeza. Fue todo lo contrario. La Doris de Sally Field me recordó un poco a Kimmy Schmidt (personaje que me encanta), y en ningún momento sentí pena por ella. Me ha encantado conocerla y acompañarla en su historia.
Michael Showalter nos cuenta la historia de una mujer que descubre que la vida es más que su madre y coleccionar cosas, que crece y evoluciona, que se libera. Y Sally Field la interpreta de tal manera que uno se pregunta por qué no se escriben más papeles para actrices de su generación. Ella es la película, nos compra desde el primer minuto, nos hace encariñarnos con su personaje y querer que triunfe.
Hello, My Name Is Doris no es lo que uno espera que sea. Es más. Es una película justa con su personaje principal, una película que no miente y que sabe reírse de lo que hay que reírse. Al final, uno siente que no nos han contado una historia edulcorada, de esas con finales perfectos. El final de Doris es perfecto, pero de una forma completamente diferente. Y uno se queda con una sonrisa, pensando en lo divertido que fue el viaje y lo mucho que ha aprendido junto a Doris. No veo la hora de que podáis conocerla.
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