Gone with the wind era una cuenta pendiente de toda la vida, de esas que uno tiene en el primer lugar de la lista y con las que fantasea, pero nunca tiene la chance de realizar. Este año me prometí que iba a quitarme de encima muchas de esas cuentas pendientes, y sin embargo esperé hasta el último momento para verla. Primero, porque tenía la intención de verla el día del aniversario de su estreno (15 de diciembre de 1939). Segundo, porque no encontraba el tiempo suficiente para verla. Porque si hay algo que tengo es que soy tan testaruda como Scarlett O’Hara, y si no la veía en una sentada no me valía. Lo más increíble fue que contra todo pronóstico lo conseguí. Las tres horas y cincuenta y algo minutos que dura se pasaron volando. Si bien uno puede ver cada parte por separado –el final de la primera parte es tan memorable como el de la segunda-, verla completa es una experiencia fantástica. Y yo, que detesto sobremanera todos los tópicos sureños y las películas con ...
"Si el Cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el Cine ha alcanzado su objetivo"~ Billy Wilder