No sé si le ocurrirá a todo el que la vea, pero True Story se me pasó como un suspiro. Por más de que se trate de una película de poco más de hora y media -que últimamente resulta estar por debajo de la norma-, creo que lo que hizo que el tiempo se me pasara tan rápido fue que estaba totalmente metida en la historia.
Puede ser que algunos consideren que se podría haber contado de una forma más intensa, que podría haber tenido un giro más rotundo (aunque yo no lo vi venir hasta que lo tuve encima), o que se podrían haber extendido más en el backstory del protagonista. Reconozco que no se trata de una película magistral, pero sí se trata de una película que conmigo funcionó. Y últimamente eso no es tan fácil. Quizás, en su simpleza, True Story logra más que otras películas similares.
Me han gustado mucho Jonah Hill y James Franco. Jonah Hill me parece un excelente actor dramático, y poco a poco empiezo a interesarme en verlo cada vez más. A James Franco sólo le puedo poner una pega: que no terminé de odiarlo. Pero algo me dice que es porque, como le ocurre al protagonista, su personaje me ha conquistado. Y, al final, no puedo evitar sentirme intrigada por él.
Después de ver True Story me he quedado con ganas de leer el libro de Mike Finkel. Quiero saber más, descubrir qué fragmentos de las cartas decidió publicar (si lo hizo), y si cuenta la historia de la misma forma en que está contada en la película. De ser así, me parece que el libro me gustará mucho. Porque sí, True Story me ha gustado. Y, como cuando me encuentro con un buen libro, me ha durado un suspiro.
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