Cuando todo el mundo habla de algo, normalmente tengo dos reacciones completamente opuestas: salgo corriendo, o me pica la curiosidad. No existe forma de saber cuál de las dos reacciones puedo tener frente a algo, y muchas veces me ocurre que paso de una a la otra en cuestión de días.
Esto fue lo que me ocurrió con Trainwreck: de repente, y de la nada, todo el mundo empezó a hablar de Amy Schumer. La chica lleva dos años protagonizando su propia serie y unos cuantos más haciendo stand-up, cine y televisión, pero no fue hasta que protagonizó una película escrita por ella misma que me vi rodeada de artículos y conversaciones en las que se la mencionaba. Me alegré por ella, pero la primera reacción que tuve fue la de huir despavorida y no querer ver su película.
Un poco después (quizás coincidiendo con que ya no se hablaba tanto de ella), descubrí que Trainwreck estaba dirigida por Judd Apatow (que tiene la extraña capacidad de hacer cosas que me encantan y otras que detesto), que la coprotagonizaba Bill Hader (ya sabéis que soy muy fan de Saturday Night Live), y que el cartel también tenía a Tilda Swinton, Ezra Miller y Brie Larson... ya estaba la curiosidad hablándome al oído. Y no le costó mucho convencerme de que no perdía nada con darle una oportunidad a la famosa película.
Mi curiosidad no se equivocaba: no he perdido mucho viendo Trainwreck. Tampoco es que espere demasiado de una comedia romántica; pero sí es verdad que esperaba que fuera un poco más grotesca. Aún así, me lo pasé bastante bien. Me reí mucho con John Cena y LeBron James, Bill Hader me resultó más adorable de lo normal, y Amy me arrancó un par de risas. Y, si bien pensaba que la historia no me había ganado demasiado, al final descubrí que sí me había movido un poco.
¿Qué os puedo decir? Trainwreck está bien. Últimamente las comedias románticas me están costando muchísimo, y al menos esta me mantuvo atenta. Eso ya es decir mucho de un género que es de los más predecibles. Sabemos exactamente cómo será la historia, cuál es el conflicto y cómo terminará; pero al menos el viaje puede ser entretenido. Y la tan nombrada Amy lo consigue. robándose un par de risas (y quizás alguna lágrima) por el camino.
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