No voy a negarlo: lo pasé en grande viendo Minions. Creo que fui la que más la disfrutó en la sala. Quizás porque no iba con expectativas muy altas, o quizás porque iba predispuesta a reírme de cualquier cosa; pero me he reído hasta las lágrimas (el momento súper mega ukulele de Stuart aún me hace saltar lágrimas de risa), he disfrutado muchísimo con la banda sonora, y por un rato sólo pude pensar en cuál sería el siguiente desastre de Kevin, Boy y Stuart.
Reconozco que Minions es una película simplona, quizás un poco forzada a raíz de lo divertidos que resultaron estos personajes en Despicable Me y Despicable Me 2. Es verdad. Pero para mí, que soy capaz de ver a estos personajes amarillos hacer el tonto durante horas, fue suficiente. Puede que a otros les resulte una desilusión, pero en mi caso ha funcionado.
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