Siempre que se estrena una película de Lars von Trier me ocurre lo mismo: muero de ganas por verla, pero necesito prepararme mentalmente para lo que voy a ver. El cine de von Trier es un cine que me afecta, pero que me hace pensar y me gusta mucho. Me gusta no ser indiferente a su cine (¿quién lo es?), y me gusta su cine.
De Nymphomaniac se habló muchísimo, pero se habló solamente de la parte “escandalosa”. No se habló casi del guión, de la historia o del trabajo actoral. Y por eso estaba completamente a ciegas a la hora de verla. No sabía qué me iba a encontrar, sabía que ni siquiera los teasers y trailers me daban una verdadera pista de lo que vería. Sólo sabía que, siendo una película de von Trier, no me iba a dejar indiferente.
Me gustó la forma en que decidió contarnos la historia de Joe (Charlotte Gainsbourg), con esa conversación en capítulos (típica de su cine). Me gustó que explicara cada capítulo con elementos de la habitación y de la conversación: números Fibonacci, comparaciones/paralelismo con la pesca, preguntas (qué, dónde , quién...). La elección de la música se me hizo totalmente acertada, como siempre.
Una Thurman está genial. ¡Con qué tranquilidad lleva adelante una escena incomodísima! Su personaje reacciona ante la situación de un modo irónico, con una mezcla de locura y venganza. Su escena es larga y se hace tan eterna como debe, y deja su huella. Fue la que más me gustó.
Los guiones de von Trier, en mis manos, acabarían subrayados en la enorme cantidad de frases y metáforas que me gustaría guardar en la memoria, y el guión de Nymphomaniac no sería menos. Cada escena tiene un mensaje, tiene una de esas frases que, de haberlas leído, me habría obligado a detenerme por un momento y reflexionar acerca de lo leído con un suspiro.
Me sorprende que se hablara tanto de las escenas de sexo y tan poco de las palabras y las imágenes de Nymphomaniac. Es una película que invita a reflexionar, y que en realidad tiene muy poco del sexo que escandalizó a tantos. Es, como todo el cine de von Trier, una película que escandaliza, sí; pero que tiene un mensaje e invita a detenernos y analizar lo visto.
Es interesante observar la conversación de Joe y Seligman (Stellan Skarsgård). Por momentos parece que no estuvieran hablando de lo mismo, y sin embargo ambos están manteniendo una conversación que sirve de narración, de conexión entre los capítulos, y de explicación e invitación a la reflexión.
¡Y ese final! Quedé sorprendida, con ganas de saber más y con las mismas ganas de siempre de aplaudir a von Trier a rabiar. Tanto, que no pude esperar a ver la segunda parte de la historia, de la cual os hablaré la próxima semana.
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