Continuemos con la Historia del Cine norteamericano o, mejor dicho, la historia de la industria cinematográfica norteamericana. La semana pasada os conté cómo se establecieron los primeros estudios y por qué. Hoy cubriremos la época dorada de la industria, que oficialmente va desde finales de los años veinte hasta principios de los sesenta.
La Edad de Oro de Hollywood nace oficialmente con el estreno de The Jazz Singer en 1927. El final de la era “silenciosa” del cine significó el aumento de las ganancias en taquilla. Las películas eran producidas con una fórmula efectiva: westerns, comedias, musicales, animadas, biográficas… Se solían utilizar los mismos equipos creativos para cada producción de los estudios. Se podía saber qué estudio producía cada película porque cada uno tenía un estilo particular y características únicas (hoy podemos adivinar quién dirige la peli, o quién hizo la fotografía o el sonido; pero os reto a adivinar qué estudio la produce).
Los estudios también eran dueños de las salas de cine: Warner Bros. tenía los Stanley Theaters y los First National Productions, MGM los Loews, Fox los Fox Theatres y RKO tenía hasta su propio sistema de audio en sus salas (Photophone), y Paramount tenía el monopolio de las salas en la ciudad de Detroit. Esos cinco estudios eran los dueños de todas las salas en los USA.
Básicamente, los estudios eran dueños de todo el proceso en la industria. En el post anterior os hablé un poco del Studio System, el sistema que aplicaban los estudios en la época. Ese sistema consistía en tener a actores, productores, guionistas, utileros, técnicos y todo el equipo de las películas bajo contratos con un salario fijo. Los estudios también eran dueños de ranchos “cinematográficos” al sur de California, en los que rodaban los westerns y las películas más grandes.
Durante la década de los treinta, la MGM dominó el mercado: tenía fichadas a las grandes estrellas de Hollywood. El estudio es, además, el que se lleva el crédito como creador del Star System. Algunas de sus estrellas eran Clark Gable, Lionel Barrymore, Jean Harlow, Norma Shearer, Greta Garbo, Joan Crawford, Jeanette MacDonald, Gene Raymond, Spencer Tracy, Judy Garland y Gene Kelly. Otro estudio que destacó fue la Disney, que en 1937 estrenó Snow White and the Seven Dwarfs. Al final de la década se rodó una de las películas más taquilleras de la historia: Gone with the wind.
Durante esta época, los estudios producían cine en masa –unas 400 películas al año-, de modo que a veces arriesgaban (como en el caso de Citizen Kane, con un director debutante). Esto no era así siempre: Howard Hawks, Hitchcock y Frank Capra se enfrentaron varias veces a los estudios para conseguir plasmar su visión en sus películas. El año 1939 es, quizás, el mejor año de la historia del cine: se estrenaron clásicos como The Wizard of Oz, Gone with the wind, Stagecoach, Mr. Smith goes to Washington, Wuthering Heights, Only angels have wings, Ninotchka y Midnight. Otros clásicos de la época son Casablanca, It’s a wonderful life, It happened one night, King Kong, Mutiny in the bounty, Top Hat, City Lights, Red River, The lady from Shanghai, Rear Window, On the Waterfront, Rebel without a cause, Some like it hot y The Manchurian Candidate.
La caída del Studio System
El estreno de Snow White and the Seven Dwarfs en 1937 cambió la historia: la Disney aprovechó un período en el que no se estrenaron películas de los grandes estudios, y arrasó en taquilla. Se trataba de una película independiente y sin actores empleados por grandes estudios. Esto aumentó la frustración de los cines, que seguían un sistema llamado block-booking: los estudios les vendían la producción de un año completo para cubrir las pérdidas, pero limitaban a las salas.
Como consecuencia, los ocho mayores estudios fueron demandados por violar el Acto Sherman Anti-Trust. El acto prohibía a ciertas industrias realizar acciones anticompetitivas y limitaba monopolios. Warner, MGM, Fox, RKO y Paramount cedieron ante la presión y acordaron eliminar el block-booking a los cortometrajes y cinco de sus largometrajes anuales, ya no se comprarían películas sin verlas antes (los cines las verían dos semanas antes del estreno), y se creó una administración encargada de comprobar que estas acciones se cumplían al pie de la letra.
Las tres restantes de las ocho compañías más grandes –Universal, United Artists y Columbia- se negaron a participar del acuerdo, ya que no tenían salas de cine. Varios productores independientes tampoco estaban de acuerdo con las nuevas reglas y formaron una sociedad de productores independientes (Society of Independent Motion Picture Producers), a través de la cual demandaron a Paramount por su monopolio sobre los cines de Detroit.
Durante la Segunda Guerra Mundial los estudios rompieron las reglas sin consecuencias, pero una vez la guerra terminó se unieron a Paramount para defenderse en un juicio al respecto. La Corte Suprema falló en su contra, y los estudios se vieron obligados a liberar a los actores y técnicos de sus contratos. Como consecuencia, el modelo de producción cinematográfica cambió. Algunos artistas se mantuvieron en el sistema de contratos hasta el final de sus carreras (por ejemplo, Cecil B. DeMille), pero fueron pocos.
A partir de ese momento, la producción de cine dejó de identificarse a partir de los estudios, ya que perdieron sus marcas registradas de estilo. El número de películas producidas disminuyó, al igual que los presupuestos destinados a cada producción. Esto significó un cambio de estrategia para la industria: ahora los estudios buscaban producir historias espectaculares, que no pudieran ser emitidas por televisión, aunque también vendían parte de sus bibliotecas a las cadenas de televisión. Para 1949, los estudios habían cedido la posesión de sus salas de cine a otros empresarios.
La televisión fue otra de las razones por las que la Edad de Oro de Hollywood decayó, ya que el entretenimiento audiovisual ya no pertenecía sólo a la industria cinematográfica. El cine extranjero había entrado al mercado norteamericano cuando los estudios perdieron la hegemonía en las salas, y la censura ya no era tan dura como antes: el Código Hays –profundizaré en él en otra ocasión-, fue reemplazado por el sistema de rating de la MPAA.
Lo que vino después fue el Nuevo Hollywood, o cine post-clásico. De él os hablaré la próxima semana, cuando nos acerquemos un poco más a nuestra época.
wuau!
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